Conocía a la enigmática Joyce Patricia Adès
(1928 – 1986) mejor conocida como Joyce Mansour por su trabajo como poeta
surrealista con el libro “Gritos, desgarraduras y rapaces” (Igitur Ediciones) y
por sus vínculos al grupo de André Breton y Alain Bosquet; sabía muy por encima
que Mansour tenía una corta bibliografía que incluye ensayos, obras de teatro y
un par novelas cortas, encontrar todo esto es de una dificultad tremenda (al
menos en español y mas para nosotros en Venezuela), es por eso que me ha
sorprendido mucho encontrar en el catalogo de Editorial Periférica la
traducción al español de “Îles flottantes” una novela a la que siempre deseaba
tenerla en mi biblioteca y en la que el lector será víctima de una permanente agresión
literaria desde que se abre el libro hasta cerrarlo; donde la autora nos
sumerge con su prosa para nada flotante
en un universo que se mezcla el deseo sexual, las fantasías fálicas, el amor de
familia y una terrible enfermedad llamada cáncer.
Básicamente toda la obra de Mansour se
encuentra enmarcada entre dos temas; uno, el paso del tiempo en el hombre y
como lo va disminuyendo día a día, de cómo envejecer se convierte en una
pesadilla y más aún cuando las enfermedades nos desgastan delante de nuestros
seres queridos y dos, un erotismo donde las descripciones sexuales son casi milimétricas
en cada detalle. Con estos dos ambientes tan bien trabajados Mansour logra
hacerse un lugar dentro de todo ese movimiento literario de Breton y el
surrealismo, su prosa poética es de un nivel complejo y fulminante “Islas
Flotantes” se construye con frases que son hilvanadas y que pueden separarse fácilmente
para dar forma a poemas si uno desea arriesgarse a leerlo de esa manera, esto
hace que se convierta en un libro complejo y con una gran cantidad de
escondites literarios que a veces es necesario volver a leer algunas frases
para refrescar las imágenes tan fuertes que se hacen a medida que lo leemos y
lo vivimos.
En “Islas Flotantes” Mansour se hunde en el doloroso
y delicado mundo de describir detalle a detalle la muerte de su padre
agonizando por el cáncer; irónicamente la habitación en la que su progenitor
poco a poco va desmejorando lleva el número 666, Mansour ha sabido llevar muy
bien desde el comienzo hasta el final en esta violenta novela corta al lector
con una prosa de una melodía que es tocada con absoluta tristeza, así como
momentos donde de una manera escatológica nos puede describir unas escupideras
llenas de sangre y excremento, unos pasillos de un hospital desangrándose de
pacientes que salen casi arrastrándose de cada una de sus habitaciones en las
que se encuentran ordenados de una manera muy política por decirlo de alguna manera, donde la descripción de el
pene erecto de su padre la encontramos presente en mas de una oportunidad en la
historia, donde sobrevivir en ese hospital en el que cada enfermo se encuentra
literalmente a su suerte hace que el relato sea aun mucho mas decadente y
doloroso. Todo esto enmarcado finamente bajo los nombres y citas de Hölderlin,
Lord Byron y hasta un Carl Jung.
Cada página no se puede negar que llega a
perturbar, lograr mezclar las palabras sangre, agonía, sexo, muerte y esperma
lo pueden hacer muchos, pero hacerlo bien es lo mas difícil y Mansour sabe muy
bien hasta donde puede empujar sin destruir su poesía que toma vida en estas islas flotantes, para que el lirismo
puro de cada línea lleve un tono de sube y baja, cada línea a pesar de lo escatológico
que se puede mostrar es música literaria
al leerlas.
“Islas Flotantes” es una obra desconocida, de
esas que uno guarda con especial cariño ya que se convierte en un fetiche de
biblioteca. Mansour es un látigo literario, da muestra con este libro que se
abre una puerta a una historia que termina atrapándolo a uno para no soltarlo
hasta el asfixiante final, “Islas Flotantes” es un carrete de hilo que se enreda
y uno debe comenzar a desenlazar. Lo recomiendo solo para quienes desean una
lectura agonizante y asfixiante con una hermosa prosa a pesar de su violencia.
Me ha recordado el libro “Zonas Húmedas” de Charlotte Roche (Editorial
Anagrama), hay una gran diferencia de época entre ambas pero la violencia física,
sentimental y escatológica se hacen reflejo una a la otra, no me extraña que
Roche haya bebido de Mansour para escribir “Zonas Húmedas”.
“Islas Flotantes”
Joyce Mansour
Editado por Editorial Periférica (2012)
114 páginas
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